lunes, 20 de octubre de 2014

El escay

El otro día escribiendo me encontré con la complicada labor de averiguar cómo se llamaba ese tejido tan usado en los ochenta para tapizar sofás y sillones que era muy bonito a la vista, pero terriblemente absorvente (sobre todo en verano) cuando te sentabas encima. Mi primer impulso fue escribirlo “sky”, por suena igual que “cielo” en inglés, pero parecía un poco raro. Así que me puse a buscar por internet y descubrí que casi nadie tenía idea de la grafía correcta. Encontré “skay”, “skai”, “scay”, “scai”, “ski”, “escay”, “escai”, “eskay”, “eskai”… a gusto del consumidor. Suerte que, por una vez, la RAE había hecho sus deberes y tenía la palabra admitida en el diccionario. Se escribe como buena palabra españolizada, siguiendo las reglas más básicas del castellano: sin “s” líquida, con “c” y sin “i latina” al final de la palabra. Es decir “escay”, justo lo contrario a cómo se escribe la forma original que es “skai”, marca alemana de este tipo de tejido. Esta forma no está admitida por la RAE y tampoco “skay”, aunque esta última sí que aparece en el María Moliner.

viernes, 8 de agosto de 2014

¿Justificar o no Justificar?

Siempre he odiado a muerte los textos justificados y sin embargo, de un tiempo a esta parte, he estoy pasando las horas muertas justificando todas y cada una de las entradas que he publicado, tanto en los blogs como en la web. Eso supone tener que editar más de 1400 páginas y entradas, pero tengo que decir que vale la pena. Me guste o no, tengo que admitir que justificados, los textos se ven más profesionales. Claro que también hay que tener cuidado en evitar (con algún guión que otro) que queden espacios desmesurados entre las palabras, aunque con quitar los más llamativos debería ser suficiente.

Donde no hay opción posible de elección y hay que poner todos los guiones posibles es al publicar o al enviar un manuscrito a un editor. Es la única forma de evitar que tu querido libro parezca la redacción que te mandaron de deberes en el colegio. Eso sí, procura corregir el texto antes de liarte a poner guiones o el corrector de tu procesador loco te volverá loco.

lunes, 28 de julio de 2014

Los guiones largos

Utilizar para los diálogos el guión normal (-) o el medio (–, en el Word lo llamen largo, pero no lo es tanto) en lugar del guión largo de verdad (—) es algo que puede deslucir bastante un texto y es una queja recurrente en las páginas web de las editoriales.

Es cierto que el guión largo no se encuentra en el teclado, pero la solución es bastante sencilla. El símbolo aparece automáticamente si escribes 0151 mientras pulsas la tecla Alt (en Mac es Alt+Mayus+guión normal). Y si utilizas Word, también puedes sacarlo al pulsar Alt+Ctrl+- (pero el - del teclado numérico, no el del normal) que son las teclas rápidas que tiene asignadas.

¿Todavía te parece muy complicado? En Word puedes asignarle la combinación de teclas que te apetezca. Vas a Insertar -> Símbolo -> Más símbolos (en los Word viejos el último paso no es necesario) y le das al botón “Teclas”. Allí pulsa la combinación que prefieras y luego presionas el botón “Asignar”.

¿Lo quieres aún más fácil? Entonces deberías pensar en la autocorrección mientras escribes. Para llegar a la pantalla de Opciones de Autocorrección tienes que volver al cuadro de antes (el que salía yendo a Insertar -> Símbolo -> Más símbolos) y allí pulsar el botón “Autocorrección” (en el Word antiguo se llega también desde Herramientas -> Opciones de Autocorrección). Pones los símbolos que se van a convertir en el cuadro de la izquierda, el guión largo en el de la derecha, le das a “Agregar” y, a partir de ese momento, cada vez que escribas -+- (por ejemplo) se transformará automáticamente en —.

Espero que os sirvan los consejos.

lunes, 30 de junio de 2014

Los accidentes geográficos

Como decía hace muchísimo tiempo, en la última revisión de las normas ortográficas, la RAE y el resto de academias mundiales del español (o castellano) decidieron que los tratamientos y las instituciones eran nombres comunes y, por tanto, dichas palabras debían escribirse con minúsculas.

Pero el papa Francisco o el rey Felipe VI no iban a ser los únicos perjudicados (bueno, había otros por ese entonces). También los nombres de los accidentes geográficos tuvieron que adaptarse. A partir de ese momento, todo lo que no sea un nombre propio ha pasado a escribirse con minúsculas. Y eso incluye no sólo a los golfos, penínsulas, bahías, mares, fiordos, playas, montañas, sierras, montes, picos, ríos y arroyos. También los adjetivos han caído en desgracia. Así que, aunque estemos acostumbrados a ello, ya no se puede poner la Península Ibérica, el Golfo de México o la Bahía de Cádiz. Ahora son la península ibérica (porque ibérica es un adjetivo), el golfo de México y la bahía de Cádiz.

Las únicas excepciones son aquellos nombres comunes o adjetivos que sean el nombre propio del lugar. Por eso Monte Perdido o Sierra Nevada permanecen sin tocar a pesar de que unan un accidente geográfico y un adjetivo. Porque no son un monte que esté perdido, ni una sierra que esté nevada, sino que se llamana así.

viernes, 27 de junio de 2014

El plural de las siglas

Su uso se ha filtrado al castellano desde el inglés y la mucha gente cree que el plural de unas siglas se hace añadiendo una “s” minúscula al final, pero lo cierto es que esto no se puede hacer en castellano.

Seguro que algún día llegará a ser admitido por la Real Academia Española, pero de momento las siglas no se pueden poner en plural por la sencilla razón de que no son palabras. Es decir, que sería una ONG, dos ONG y tres ONG. E, igualmente, se tendría que poner un DVD, dos DVD, tres DVD. Nunca se puede escribir (independientemente de cuántas unidades sean) ONGs, DVDs, CDs, TACs, ETTs, TDTs, PIBs, IVAs o FBIs. Aunque, curiosamente, sí se lee así.

Las únicas excepciones a esta regla son aquellas siglas que se han convertido en nombres comunes de pleno derecho . De hecho, su transformación ha sido tan completa que se escriben con minúsculas, muchas llevan acentos y ya casi nadie recuerda que fueran siglas de nada. Este es el caso de láser (que viene de “light amplificated by stimulated emission of radiation”), ovni (“objeto volador no identificado”), diu (“dispositivo intrauterino”), opa (“oferta pública de adquisición”) o radar (“radio detection and ranging”). Respectivamente, sus plurales son láseres, ovnis, dius, opas y radares.

miércoles, 25 de junio de 2014

¿Necesito código de barras?

Los códigos de barras son imágenes que se usan para identificar (con lectores ópticos) los artículos en las tiendas para que sea más fácil clasificarlos. Las imágenes son representaciones de una serie de dígitos que, en el caso de los libros (desde 2007), son los del ISBN de 13 dígitos (coge un libro cualquiera editado después de ese año y verás que coinciden).

Por tanto, no es necesario que pongas un código de barras en tu libro si es en formato electrónico, dado que nadie lo va a leer con un lector óptico y ya debería tener impreso el ISBN.

Tampoco es imprescindible que lo pongas en los físicos. Como digo, sólo son imágenes que codifican el ISBN y las tiendas pueden apañarse perfectamente sin ellos a la hora de cobrar.

De todas formas, si lo quieres, en internet hay multitud de generadores gratuitos que te crearán un código a partir de los números que introduzcas (luego tendrás que poner la imagen en la contraportada de tu libro).

Aquí un par de ejemplos (pero hay muchos más) que he encontrado de páginas en las que puedes crear los códigos de barras:

- Autores y editores: bastante sencillita.

- Tec-It: en esta se puede crear cualquier código, el del ISBN sería el EAN13.

Espero que les sirva la información.

miércoles, 11 de junio de 2014

La vampira vampiresa

Cuando se tienen dos palabras casi idénticas es normal que la gente se decante por utilizar la que suena más evocadora y misteriosa, sobre todo en un género como el terror vampírico, en el que el erotismo siempre ha tenido una gran importancia.

Sin embargo, por muy mal que nos suene es imposible negar que la mujer no-muerta que se alimenta de sangre es una vampira, mientras que vampiresa se refiere a otro tipo de comedora de hombres, en concreto a la que se mueve por el dinero y el interés. En ocasiones, lo más adecuado no coincide con lo más bonito.

Así que si quieren ser correctos, ya saben a qué atenerse. Aunque entiendo perfectamente que la gente suela preferir llamar vampiresas a las descendientes de Drácula. Hay que admitir que vampira es una palabra horrible.

lunes, 9 de junio de 2014

Me raya que me ralles

Una de las dudas más extendidas por internet es cómo se escribe la expresión de argot que se utiliza en España para expresar que algo te trastorna o te obsesiona ¿Es "me rayo" o "me rallo"? En principio, la respuesta sería fácil: se escribe con "y" porque cuando surgió derivaba de "sonar como un disco rayado". Es decir, que no dejabas de repetir algo o darle vueltas al mismo tema. Más tarde, la expresión iría adquiriendo otros matices.

Lo dicho, esa sería la respuesta fácil si no fuera porque el diccionario de la RAE recoge como significados de rallar "molestar, fastidiar con importunidad y pesadez" (debe ser una de las pocas veces que un diccionario causa más problemas que resuelve?. Entonces ¿habría que concluir que yo me "rayo" y tú me "rallas"? Pues no.

Rayar y rallar son palabras diferentes que no tienen nada en común (salvo la pronunciación en las regiones yeistas). Casualmente, ambas han llegado a tener un significado en común en el habla coloquial, pero nada más. Y digo uno porque rayar puede usarse para trastornar, molestar, agobiar, obsesionar, entristecer, enloquecer y casi todo lo que se tenga que ver con hacer pensar mucho a alguien.

Además, rayar se conjuga igual que el resto de verbos pronominales: yo me rayo, tu te rayas... pero también admite variantes como yo te rayo o tu me rayas (igual que tu me preocupas), por lo no hay ningún problema en que alguien "te ralle".

Así que si que si quieres usar un sinónimo de molestar y sabes por qué llegó a tener ese significado, puedes usar "rallar". En caso contrario, el término que estás buscando es "rayar".

viernes, 6 de junio de 2014

¿A qué precio pongo mi e-book?

A veces es increíble echar un vistazo a los precios a los que determinados escritores que se autoeditan ponen sus libros y sobre todo, sus e-books. Si tú aún estás pensando cómo valorar tu obra, aquí te dejo algunos consejos que creo que son importantes:

- Nadie te conoce: Los escritores tenemos tendencia a la egolatría, pero por muy bueno que te creas y por mucho que hayas trabajado lo cierto es que no eres más que una gota en un mar de autores desesperados. Así que olvidate de que millones de compradores hagan cola para hacerse con tu libro al precio que sea. Mejor ponlo a un precio bajo que facilite que los curiosos se lo compren.

- El objetivo es darte a conocer: La gente que pone los a 15€ debe pensar que así será más fácil conseguir dinero. Después de todo, vendiendo 3 obtendrías 45€, mientras que para lograr la misma cantidad con el libro a 1€ tendrías que vender 45. Sin embargo, no hay que olvidar que tu objetivo no debería ser el dinero, sino conseguir crear una marca propia (tu nombre en este caso) que invite a comprar tus libros en el futuro. Y para eso, siempre es mejor tener 30 lectores que hayan pagado 1€ cada uno, que conseguir 45€ de sólo 3 personas.

- No te endioses: Como decía, los escritores tendemos a la egolatría. Por eso es bueno saber lo que cobran los autores que trabajan en las editoriales (estrellas aparte). Su sueldo es un 10% de cada venta en rústica y un 5% en bolsillo (antes de la crisis había anticipos, pero ya escasean). El resto se reparte entre producción, edición, distribución y comercialización Es decir, que de un libro de tapa dura que valga 20€ su autor se llevaría 2€ y de uno de bolsillo que se venda a 8€, sólo 0,40€.

- Tus clientes:En el mundo de la autoedición, una parte de las ventas suele depender de tus conocidos y familiares. Es gente que se está gastando su dinero porque te aprecia, así que no seas tan cabrón de ponerlo a 20€. Además, será más fácil (ellos mismos se ofrecerán) convencerles de comprar si el precio es asumible.

jueves, 5 de junio de 2014

La libido me pone lívido

La confusión de estas dos palabras es un error de lo más común. Yo, cada vez que escribo una, tengo que echar mano del diccionario de la RAE o de Internet para aclararme y estoy seguro que, en más de una ocasión, lo he puesto mal. Pero no es tan complicado:

- Lívido: Significa amoratado y, también, intensamente pálido ¿Cómo puede usarse para cosas tan opuestas? Bueno, en blogolengua.com apuntan que es posible que como solía usarse para referirse a cadáveres, acabó cogiendo también el significado de pálido.

- Libido: Es deseo sexual. El principal problema con esta palabra es que se el acento en la primera sílaba se ha ido extendiendo mucho en los últimos años. Pero no es la líbido, sino la libido, por muy raro que suene.

martes, 3 de junio de 2014

Conseguir el depósito legal

Cuando uno se pone a investigar qué tiene que hacer a la hora de autoeditarse un libro, se encuentra con multitud de trámites que uno no sabía ni que existían y que nadie acaba de explicar de forma clara. Una de ellas es el depósito legal, es decir, la obligación de entregar una copia de cada obra publicada en España a las bibliotecas del estado.

¿Cómo se hace esto? Pues, para variar, tú no tienes que hacer nada. Son las imprentas las que deben entregar las copias a las bibliotecas y lo único que puede preocuparte es que tendrás tres ejemplares menos para vender.

Eso en cuanto a libros en papel destinados a la venta. Los gratuitos y los que se publican en formato digital (de momento) están exentos de esta obligación.

Ojalá conseguir el ISBN fuera igual de cómodo.

lunes, 2 de junio de 2014

Tratamientos e instituciones

Una de las cosas que se ha propuesto últimamente la RAE y en la que está poniendo gran parte de sus esfuerzos es en terminar con ciertas confusiones que aún existían en el lenguaje y que eran herencia de siglos pasados. Los nombres de las figuras institucionales eran una de las categorías en las que más se daba, pues la gente nunca sabía si debía escribir rey, papa o gobierno con o sin mayúscula. Eso por no mencionar a los absurdos y aún utilizados tratamientos protocolarios del estilo “su excelencia”, que los más pedantes se empeñaban en resaltar con mayúsculas para hacerlo aún más excelente.

La solución de la RAE ha sido fácil: rey, papa y gobierno son nombres comunes y, por tanto, se escriben con minúscula, aunque se puede poner con mayúscula si actúan solas (puede ser el Papa, pero no el Papa Benedicto y puedes poner Su Majestad acudió a la fiesta, pero no Su Majestad Juan Carlos I acudió a la fiesta). Eso se llama democracia lingüística.

lunes, 26 de mayo de 2014

Pañuelos de papel

La metonimia es la figura retórica por el que a una cosa se le da el nombre de otra. La parte por el todo, el continente por el contenido, el artista por la obra... pero el caso más curioso es el de la marca comercial por el producto.

Gracias a esto, marcas como tirita, aspirina, teflón, jacuzzi o termo se han transformado en palabras normales y corrientes que todos usamos.

Y, por supuesto, también ocurrió lo mismo con unos conocidos pañuelos de papel. Pero claro, poner que "Susana usó un kleenex para secarse las lágrimas que se desprendían de sus preciosos ojos" pues como que queda un poco raro. "Kleenex" no es una de esas palabras que inviten a ponerse poéticos, además de ser algo difícil de escribir.

Pero no pasa nada, porque la RAE está siempre atenta a estas cosas con sus castellanizaciones a discrección (en esta ocasión, totalmente justificada) y te ofrece "clínex". Casi, hasta me gusta más que el beicon.

jueves, 22 de mayo de 2014

El dilema del Bacon

Estaba yo aprovechando mi desempleo para tratar de terminar de escribir mi último libro cuando una duda culinaria de esas tontas que yo tengo asaltó mi pobre cerebro: ¿cuál es la forma correcta de nombrar esa grasienta tira de carne ahumada que tanto gusta a los ingleses en el desayuno?

Bien, pues una vez descartada panceta (que no está ahumada) nos quedarían tres opciones: el original "bacon" que debería ponerse en cursiva por ser una palabra extranjera no admitida por la RAE, la primitiva castellanización "bacón" (con ese acento tan mono para que nadie se equivoque y crea que está leyendo en inglés) o la moderna supercastellanización "beicon" (prometo que estas dos últimas aparecen en el diccionario de la RAE por imposible que parezca).

Como el fantasma del escritor futuro que aspiro a ser no me dejaría en paz si cogiera la versión inglesa y "bacón" me parece una cutrez, yo acabé quedándome con la tercera: "beicon" que queda un poco raro (un pelín spanglish), pero me hace gracia. Ya se sabe, para gustos los colores.